Eso, acá, no: etiqueta cultural para viajeros

Actualizado el Jueves 18, Julio 2019 Publicado el Jueves 18, Julio 2019 en Recomendaciones de viajes

Cualquiera que haya viajado un poco sabe que en cualquier país al que elijamos ir vamos a encontrar similitudes, cosas que son iguales literalmente acá y en la China, y diferencias, modos de ser o de convivir que no son a los que estamos acostumbrados en casa. Esto sin duda es una de las causas por las que viajar es una experiencia tan grata: nos permite cuestionarnos las costumbres propias y ajenas, ver que realmente hay más de una forma de entender casi todo y, en el mejor de los casos, dejar de pensar en términos de “mejor o peor”, para simplemente enriquecernos con la variedad.

Ahora bien, dejando un poco de lado la corrección política, en casi todos los países mundo hay costumbres o reglas culturales bastante raras que conviene conocer de antemano para ser un poco menos extranjero cuando los visitamos. Es complicado como occidentales entender por qué en Japón puede estar mal visto que dejemos propina al irnos de un restaurante, o por qué en Rusia no es conveniente regalar un número par de flores.

Vamos a conocer algunas de las costumbres más raras de cada país y, en algunos casos, cuando exista, su explicación.

Bulgaria: el sí y no invertidos.

Empecemos por lo más raro. En todo el mundo, cuando queremos decir “sí” o “no”, movemos nuestra cabeza de arriba a abajo o hacia los costados, respectivamente. Es algo tan instintivo que probablemente muchos de nosotros nos olvidamos que es un comportamiento aprendido y no un reflejo. En Bulgaria por ejemplo es al revés, para decir que sí movemos la cabeza hacia los costados y para decir que no, lo hacemos hacia arriba y hacia abajo. Rarísimo, ¿no? Sin embargo existe una leyenda que un poco lo explica. Durante la opresiva época del reinado Otomano sobre este territorio, los soldados turcos amenazaban a los búlgaros que profesaban la religión cristiana poniéndoles una espada en el cuello, en un ángulo preciso, y luego les preguntaban si eran cristianos. Si afirmaban con la cabeza, se lastimaban, pero podían mover la cabeza hacia los costados sin problema. Entonces los habitantes simplemente acordaron invertir el código para engañar a sus opresores.

Japón: no dejes propina.

Entraste a la web de TurismoCity, conseguiste un pasaje directo a Japón a un precio increíble y llegó el día: estás en Tokyo y no la podés creer. Te morís de ganas de explorar un país donde el futuro y el pasado parecen convivir sin molestarse, pero después de la obligatoria ducha y siesta reparadora, la primera orden del día es comer algo. Como es la primera comida que vas a probar fuera del hotel, decidís que tiene que ser especial. Preguntás un poco y finalmente encontrás un buen restaurante, nada lujoso, algo que podés pagar pero que va a ser el principio de un montón de anécdotas. Terminás de comer, algunas cosas te encantaron, otras no tanto, otras ya sabés que jamás las vas a volver a pedir, sin embargo no podés dejar de observar que el servicio fue excelente en todo momento, siempre cortés y tratando de resolver tus dudas lo mejor posible. Entonces, dentro de tus posibilidades, además de pagar la comida dejás algo para el mesero y te vas. Antes de caminar diez pasos, aunque escuchás un grito en japonés, entendés que te están gritando específicamente a vos. Es el mesero, ofendido porque le dejaste propina. Y no estamos hablando exclusivamente de los restaurantes, tampoco. Ya sea que te tomaste un taxi, fuiste a un bar, te cortaste el pelo en una peluquería, casi nadie va a aceptar tu propina porque la cultura hace hincapié en que un buen servicio es algo estándar y no una excepción que deba ser premiada. Además, en muchos lugares, el dinero de la propina debe ser declarado como ganancia por fuera del sueldo y es visto como una complicación. Ya ves que lo que es tacaño en un país, es educado en otro.

Ucrania: guarda con las flores.

A veces sucede que no sabemos cómo decir algo y entonces lo decimos con flores. E incluso esta costumbre tiene algunas reglas implícitas que todos más o menos conocemos: un ramo de rosas rojas es símbolo de pasión amorosa, un ramo más variado y colorido puede ser una forma muy elegante de hacer nuestra entrada como invitado a una casa ajena y un ramo de jazmines expresa un amor más fraternal. Pero en Ucrania la cosa se pone más específica: una docena de flores significa una cosa, pero once o trece, significan otra diferente. Y es que en este país la costumbre es que los ramos con un número parejo de flores están reservados para el cementerio. Además, regalar flores amarillas significa que estamos anunciando el final de nuestra relación con la persona que recibe el ramo. Ya sabés, en Ucrania, mejor una caja de bombones.

Hungría: fijate con qué brindás

Hablando de naciones específicas, los húngaros también hacen chocar sus copas para brindar, eso sí, salvo que contengan cerveza. En ese caso, simplemente se levanta la copa y se saluda al otro con la mirada, pero jamás “chin-chin”.  En una mesa con seis o más personas, cada una con una bebida distinta, puede ser complicado quedar bien con todos, chocar con unos y evitar a otros. La razón para esto se remonta a 1848, cuando durante la revolución de Habsburgo los generales austríacos colgaron a los generales húngaros y luego celebraron con cerveza, chocando sus vasos a la vista de todos. A partir de ese día, un juramento se extendió entre la población: no volverían a repetir ese gesto durante los próximos 150 años. Los más atentos se habrán dado cuenta de que hace ya unos años que está cumplida la promesa, sin embargo la costumbre se mantiene.

Malasia: atento como señalás.

Es sabido que en muchos países orientales es de muy mala educación realizar varias tareas con la mano izquierda, ya sea comer, saludar o abrir la puerta de un auto. En estos casos la razón es simple: para no entrar en detalles, está determinado que esa es la mano que uno usa en el baño. Sin embargo en Malasia la etiqueta pasa también por los dedos: está muy mal visto usar el índice para señalar cualquier cosa, mucho menos a alguien. Lo correcto en estos casos es cerrar la mano y extender el pulgar, usando esta falange para señalar lo que querramos. Para nosotros, que estamos acostumbrados a usar este gesto para indicar que estamos de acuerdo con algo que nos dicen, o para comunicar que está “todo bien”, puede ser muy confuso preguntar donde está un lugar y luego no saber si te están mostrando la dirección en la que tenés que ir o si es un gesto de “no te entiendo pero que tengas suerte”. En fin, todo es cuestión de agarrarle la mano.

A esta altura queda claro que en este planeta azul la gente es toda igual y toda diferente, también es cierto que para caer bien lo único que se necesita es prestar un poco de atención y estar bien predispuesto. 

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